Nunca pedimos explicaciones a la Naturaleza. Hablamos de Ella, la exploramos y la destripamos, para ver qué contiene y cómo funciona; y la ensalzamos con un lenguaje bellísimo. También la amenazamos. Con los sentimientos hacemos algo parecido; quiero hablar de ellos.
No, tranquilos, hoy no voy a tocar la Física. Bueno, quizá solo de refilón.
Gracias a las investigaciones de anatomía conocemos algo del cerebro humano; sabemos en qué lugar de él residen los sentimientos y en qué lugar lo hace el lenguaje. Y éstos son como dos balcones a los que nos asomamos para compartir nuestras ideas con los demás.
Pero conocer este dato anatómico no hace que el contenido de nuestras emociones sea trivial. Un sentimiento natural emerge apremiado por “algo” que tiene una causa natural. Aquí interviene la Naturaleza.
Y aquí va un cuento muy bonito.
Se cree, que tras una enorme explosión, hace unos trece o catorce mil millones de años, La Naturaleza se desplegó y se contorsionó, para acabar disfrazándose de todo lo que alcanzamos a conocer y a ver. Y también se convirtió en nosotros, los humanos, porque era grandiosa y presumida y quería que le devolviésemos el favor, cuidándola y admirándola.
No cabe duda: somos, Naturaleza.
Fin del cuento.
Ahora puedo decir que al observarla y mirarla, la Naturaleza se observa a sí misma. Esto nos lleva de nuevo al tema de hoy, el de los espejos. Con nuestra mirada, quizá Ella solo esté viendo, de sí misma, una nano-célula, porque es inmensamente grande; pero es un honor que lo haga, porque lo hace a través de los ojos que nos ha dado.
No obstante, yo quería hablar de sentimientos.
Ahí va otro cuento.
¿Qué pasa con el sentimiento? Pues, que son átomos y están reunidos. Y gracias a que están reunidos están formando moléculas, y éstas bailan juntas y forman tejidos, y entre estos tejidos hay uno que compone una melodía, de tan extraordinaria belleza, que hace estremecerse de mil formas a los demás tejidos. Y con esos estremecimientos surgen el amor, el miedo, la nostalgia…el pensamiento abstracto y simbólico, todos esos duendes que hacen de la Vida la mayor obra de arte que ha construido la Naturaleza.
Cuando el Universo (La Naturaleza) explotó traía escondido un misterio, el de la Vida. Y es un misterio, porque eso que vemos ahí fuera, planetas orbitando, galaxias y demás, caminan hacia el desorden; y la vida, que es obra suya, hace lo contrario, se ordena y esculpe formas materiales que trascienden de sí mismas y consiguen alzar el vuelo; de esta forma, el primer Universo da a luz un segundo universo –el Pensamiento-, para los humanos, verdadero e imperecedero.
Y colorín, colorado… este cuento se ha acabado.
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