28 jun 2010

Adivinanza


 Es una burbuja
que disorsiona el espacio de lo que hoy he vivido.
 Un niño que juega a que me oiga y sienta,
y que me sigue hasta donde triunfa lo desconocido.
 Una nube que dirige el silencio rumbo a la ficción.
 Pero, cuando desparece,
las horas que ha ido dejando
han ardido sin un propósito.

20 jun 2010

Contradicciones


Ciertos expertos no vacilan en afirmar que el ser humano es contradictorio; y parece que dejan ahí tan categórica afirmación, como dando a entender que forma parte de la naturaleza humana e, incluso, que es bueno. El caso es que esta idea rebota una y otra vez en mi cabeza sin encontrar lugar donde colocarse, tal y como me suele suceder con las verdades incuestionables que desde el principio de nuestros días se nos han venido sirviendo. Vamos a ver. Cuando empieza nuestro proceso de domesticación en edad temprana se nos inculcan unos valores -al principio sólo son palabras para nombrar nuestros actos-  que debemos llevar a la práctica una vez son impuestos y sin entrenamiento previo. Atención, a partir de aquí empezamos a decir adiós al modelo instintivo. Bondad y verdad son de los primeros nombres que nos tatúan.
Yo fui una niña rebelde y me trajo muchos problemas. Como mujer de una época en sepia me tocó observar y callar mucho más de lo deseable, gracias a lo cual pude mirar la vida desde la barrera y me percaté de muchos fenómenos que sucedían a mi alrededor. Me di cuenta, fundamentalmente, de que no había coherencia, solo verdades consuetudinarias, incuestionables e inviolables. Por fortuna crecí junto a la costa, en un lugar atestado de turismo extranjero; y con mis dotes observantes pude sacar algunas conclusiones, como que no todo el mundo es o actúa como se nos decía entonces.  El mundo era mucho más que la España en Sepia que yo conocía. Afortunadamente, insisto.
 A medida que fue pasando el tiempo comprobé que los potenciales alcances de la bondad y la verdad estaban muy limitados. Pero, si quería sobrevivir, efectivamente, tenía que aprender a manejar ambos conceptos y sus contrarios, combinándolos con mucha precaución, con astucia.
Me di cuenta de que desde el más humilde rincón hasta las más altas esferas, excepto en las películas, solían triunfar los malosos, o los mentirosos, aunque fueran descubiertos muchas veces. Con este juego, lo que sucedía es que vivía siempre con cargo de conciencia, porque estaba a caballo entre dos formas de actuar, una teórica y otra práctica, y no resultaba fácil. Cuando estuve en posición de dirigir mi vida, decidí abandonar el juego, me alejé del mundanal y me recluí en un faro. Digamos que opté por intentar experimentar con la honestidad lo más en solitario posible -como los vicios- al menos conmigo misma y con los míos.
Así las cosas, como animales de costumbre que somos, a lo largo del tiempo me he ido dado cuenta de que poner en práctica este tipo de astucia origina hábitos que se extienden por otros muchos ámbitos de la vida, dejándonos instalados abiertamente en este sistema de contradicciones que ya parece estar elevándose al altar de lo propiamente humano.
Si se premia abiertamente la mentira, la verdad o la honestidad serán las grandes proscritas de nuestra civilización. Desde la nave imagino con horror el día en que ambas formarán parte de nuestro registro arqueológico, y serán exhibidas en un museo como ingenuas rarezas de nuestro primitivismo que dificultaban las posibilidades de supervivencia.


Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.

(José Saramago)

14 jun 2010

La Joya


Hacía tiempo que no me asomaba a esta ventana. He estado muy atareada con los estudios... y con otros problemas que, de momento, no tienen fecha de caducidad como los exámenes.
En los pocos ratos que me han quedado libres durante estos meses -que han sido muy pocos- he estado bajo la influencia y la meditación de las actividades que desarrollaba, tanto de los estudios como de los problemas. Resulta curioso observar cómo nuestro sistema mental va recolectando datos del enorme sembrado de la vida, los va incorporando a nuestra cotidianeidad y sin consentimiento. Esto, desde un punto de vista general, puede parecer maravilloso; pero no me lo parece tanto cuando aplico la lupa y pienso en ello desde las particularidades, ésas que van elaborando la joya de las experiencias de cada uno, donde cada repujado y filigrana que añadimos son una experiencia personal.
Vivimos en un mundo donde los individuos están bajo sospecha respecto a los poderes correspondientes: mientras los primeros tienen que justificar documentalmente cuanto afirman soñar, hacer o sentir, los segundos están exentos. Además, somos bombardeados a diario por un sin fin de opiniones inútiles y estúpidas que, de tanto de escuchar, acabamos por encontrar alguna “menos tonta”, ésta que nos acaba convenciendo y al final calificamos como “razonable”.
Decididamente, somos altamente influenciables, y peligrosos
Estoy pensando que no hay mucha exactitud en la expresión "somos un cúmulo de experiencias". Diría que somos un cúmulo de influencias que se van filtrando en nuestro organismo, circulan por nuestras venas y se depositan en nuestra mente. Me abruma lo influenciables que somos, me asusta. Como digo muchas veces, desde que nacemos nos guían hacia los gustos, los pensamientos y los sentimientos, todos comunes y corrientes. Mientras se nos coloca este uniforme social y moral se nos dice que cada individuo es único e irrepetible.
A nivel cósmico todos los seres vivos somos iguales. Y en el planetario todos somos hermanos; pero cuando cojo la lupa, observo que esto último no se cumple. En la práctica hay categorías de seres vivos y también de seres humanos. La mentira y la incoherencia parecen presidir en el país de la vida.
Hace unos días leí un estudio que afirma que los niños que mienten tienen más posibilidades éxito. Ya sé, ya sé: la mentira y el engaño son la base de la supervivencia. Es cierto; la pesca y la caza son un engaño que nos proporcionan alimento. También seducir a otro con promesas falsas preserva la especie, o se consiguen otros propósitos. La naturaleza se sirve de todo y desde este punto de vista sus mecanismos son legítimos. Sin embargo, veo que se produce un choque cuando aparece el modo de razonar humano que, a pesar de elaborar el común acuerdo y las convenciones, como una especie de uniformación ambiental, se muestra opuesto a cumplir con sus preceptos, recurriendo a la mentira y al engaño sin que estén involucrados objetivos de supervivencia naturales. La justicia no es un fundamento natural sino un invento de la razón humana; por desgracia, el hacer humano apenas vela por ella.
Tengo amigos muy jóvenes y lo que más valoro en ellos es su desinformación: su desconocimiento, su inocencia; la genialidad que aportan al pensar el mundo sin la “experiencia”, es decir, sin la suficiente -todavía- influencia del mundo. Alguno está a punto de entrar en la universidad y otros ya llevan dos o tres años; ahí están labrando los bancales de sus futuros, de los que recogerán la mayor parte de sus influencias.
Adoro sus capacidades de asombro, sus modos de cuestionar el mundo y a sí mismos. Aunque, me entristece pensar en los riesgos que correrán cuando empiecen la travesía: temo que se les arrebate la identidad y queden prisioneros de esa “experiencia” que hoy llamo influencia.
Sufro porque pueden quedar atrapados por el uniforme de la mentira y del sentido común, en el tiempo cuando una idea de entre muchas, la menos tonta, les parecerá razonable. Y esto lo digo por experiencia. ;)