Le estuve observando días; un par de semanas quizá.
Desde el principio ya sentí que me hablaba, que me miraba cuando no le veía.
Yo hacía lo mismo.
Le hablaba sin saber si me entendía; le hablaba en silencio: él con su vida y yo con la mía.
Procurábamos ponernos cerca el uno del otro, pero sin exagerar: las situaciones venían rodadas, aunque procurábamos que rodaran a nuestro favor, sin forzarlas.
Soñamos con encontrarnos en soledad pero sin quererlo; para no mancillar el hechizo que nos había caído sin querer.
Sin querer, insisto.
Pero la tela del corazón se teje sola y no es nada fácil decirle, "¡para!, no sigas creciendo..."
... Y la dejamos crecer, con calma.
A mí de él, no sé, sus ojos quizá; o tal vez fuera que él tiraba de mí por lo bajo y yo me dejaba.
No sé como fue; pero ahí estaba él con sus ojos; y yo atada a ellos oyendo cómo me llamaba, de vez en cuando, por lo bajo.
Ahora sé que me oía, que me sentía.
Ignoraba lo que pensaba; imagino que lo mismo: no quería, pero tampoco huía.
Soñé que, un día, le diría:
¿sabrás guardar un secreto?
Y que él me miraría sorprendido y dudaría. Y, después, diría: "sí".
Y le pediría permiso, porque un beso es un acto de intimidad.
Le diría: un beso, ¿puedo?
Y él diría: "bueno". Y esperaría.
Yo le tocaría la cara con las manos, me acercaría y cerraríamos los ojos los dos para notarlo bien, sin extraños.
Y pondría mis labios sobre los suyos, y me movería un poco, pero no me iría, quedándome allí un rato.
Y me estaría besando con ternura, con delicadeza, con cariño, con gusto.
Después, nos miraríamos. Entonces, ya todo sería diferente: el tendría algo de mí, y yo de él.
Su beso pendería de mi garganta y bajaría derechito al corazón.
Él, lo mismo.
Un secreto,- me diría-.
Lo guardaré aquí,- le diría yo -.
Y nuestros ojos de mermelada se sellarían con otro beso.
Y cada año, el mismo día, recupero mi sueño; y pongo la mano sobre mi secreto y le beso con delicadeza.
Y él, lo mismo.
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3 comentarios:
Qué bueno Hipatia... Esto es poesía. No hay nada claro y está dicho todo. Un hilo tenue va zurciendo el bordado y ensortijando una enorme perla.
Felicidades.
Un poema maravilloso que sólo necesita cambiar el tiempo del verbo.
Un abrazo galáctico.
Realmente precioso, seguiré indagando por tu blog ^~
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