15 mar 2007

Epidemia de Inteligencia


La conciencia humana me sorprende. Sin conciencia no tendríamos inteligencia. La conciencia es la capacidad de darse cuenta y la inteligencia, la capacidad de proyectar. Tras meditar un rato, no estoy segura de si se están usando bien estos dos términos, conciencia e inteligencia, dado que sus aplicaciones están en entredicho. Lo habitual en los tiempos que corren es hacer una crítica de todo aquello hacia lo que nos ha conducido a los humanos el tener conciencia: el mundo que hemos creado, que a tantos nos disgusta. ¿Una moda más?
Se maneja la palabra estupidez humana con tal alegría… Y se habla del fracaso de la inteligencia, no para intentar arreglar algo sino para dar a conocer que no se forma parte del gremio desprestigiado, el de los estúpidos.
Y pensar que hace un tiempo, la estupidez era un término acuñado únicamente por sabios; ahora es común en los avispados, en los ignorantes carentes de pudor.
De la sobada teoría, se deduce que los afectados de estupidez (no saben que sufren tal enfermedad) padecen un estado de micro lucidez. Mientras que los afectados de inteligencia (creen que la sufren) padecen de visión mega clara.
Me aburren las revistas y los periódicos. No solo eso, no, muchos debates, también. El mundo empieza a convertirse en un sitio aburrido. Produce desaliento ver utilizar el término inteligencia con tan poca virtud, con tan poca, precisamente, inteligencia. Me produce escalofríos la palabra estupidez pero, llegados a un punto, hay tanto inteligente suelto que me complace arroparme con ella; al menos, la estupidez no ondea bandera. Y al haber tanto inteligente suelto, cada vez hay menos estúpidos. La inteligencia es como una epidemia.
Los humanos somos especialistas en crear fronteras, líneas divisorias, bandos: los buenos y los malos; los fachas y los rojos; los estúpidos y los inteligentes. Bandos ejecutores, polos opuestos, dañinos.
Hace unas semanas abrí un tercer blog. Y titulé el post de presentación así: “Venerable Anciana: La Vida”.
No hice una presentación convencional, desde luego. En el último párrafo escribí:
"El pensamiento es la forma más ingeniosa de añadir una dimensión extra a la jaula que nos contiene: el Universo. Mi único deseo es que la Anciana no se haya equivocado.”
La palabra esperanza, para mí carece por completo de sentido. Pero… Siempre hay un pero, claro, y en este último párrafo mostré una tentación irresistible… de Esperanza, que no tiene relación con su sentido habitual:
-Si no comprende la Realidad, no se preocupe… es solo el camino hacia ella-, leí en alguna parte.

Nadie sabe lo que es la conciencia, pero se manifiesta en las cualidades que derivan de ella. Tampoco se sabe lo que es la realidad, e igualmente se manifiesta en las cualidades que percibimos de ella. De modo que no sabemos nada. Somos unos perfectos ignorantes, unos estúpidos. ¿Dónde están entonces los motivos para hinchar pecho?
Creo que hay demasiados motivos para ser prudentes, para ser humildes.
La humildad es quizá la única virtud que nos habría garantizado un futuro adulto.
Pero los boletos de la Gran Tómbola están prácticamente agotados.
Saludos desde la Enterprise.

5 comentarios:

Miguel Schweiz dijo...

Mi concepto de la realidad es muy simple: Cada elemento va formando un escenario, tanto los orgánicos como los inorgánicos. Son seres u objetos, son aire o viento, son tormenta...
La luz, gran foco de ondas, los ilumina en distintas frecuencias. Eso hace que podamos percibir... luego tomar conciencia de ello. Cada ser lo hará desde su dimensión bajo distintas frecuencias y en eso radica la conciencia de formarlos y recrearlos. La inteligencia sería una señal distintiva, ya sea de cada especie o personal, para recrear las escenas ya compuestas o crear nuevas.

Hipatia dijo...

Lo que dices es cierto; de ahí mi indignación. Si el límite está en percibir efectos maravillosos, ¿como se ha llegado a este punto de destrucción? ¿Tan difícil es conformarse con solo admirar la belleza que se nos presenta?
Gracias por venir, Miguel; y gracias por aportar un granito de arena tan limpio y reconfortante.
Saludos estelares.

Anónimo dijo...

ya, lo entiendo Hipatia, pero la naturaleza, de la cual formamos parte (el universo), abarca la belleza y la crueldad, la entrega y la destrucción, pienso que simplemente porque todo "vive" de todo.

Saludos estelares:)

Anónimo dijo...

Hola Hipatia,

Coíncido contigo en su totalidad. Pero en nuestra relación con los demás, ¿como podemos mediar la inteligencia?. Por una conversación fluída o por sus actuaciones ante los hechos de la vida?. Ser consciente, también significa entender a los demás, tener empatia por quienes te rodean. ¿No crees que la falta de conciencia ha hecho disminuir la inteligencia?.

Ser inteligente es ser honesto, y en la actualidad, es como buscar una aguja en un pajar.

Gracias por tus posts,

Daniel Moscugat dijo...

La inteligencia no se puede medir, al igual que el amor, el odio...
¿Es una persona inteligente aquel que desde la pubertad está trabajando como un condenado hasta los 65 años, para acabar cobrando una miseria de pensión y acabar por no poder ni asearse por sí mismo en un asilo? Eso es lo que hacemos el 82% de la población y se nos considera mesurados e inteligentes. Si observamos detenidamente todas las circunstancias de la vida, no hay nada inteligente en ella que pueda satisfacernos en realidad, sino que es un mero trámite para gastar con más asiduidad...
Todo esto viene a colación de que aquello que no se puede abarcar en medición es difícil sopesar. Lo que para unos es inteligente para otros será obcecado y viceversa; existe un punto de inflexión que si en alguna ocasión tengo tiempo de teclear colgaré en mi blog y te aviso, querida Hipatia, Duquesa de Antaria...
Saludos moscugaéticos.