20 jun 2010

Contradicciones


Ciertos expertos no vacilan en afirmar que el ser humano es contradictorio; y parece que dejan ahí tan categórica afirmación, como dando a entender que forma parte de la naturaleza humana e, incluso, que es bueno. El caso es que esta idea rebota una y otra vez en mi cabeza sin encontrar lugar donde colocarse, tal y como me suele suceder con las verdades incuestionables que desde el principio de nuestros días se nos han venido sirviendo. Vamos a ver. Cuando empieza nuestro proceso de domesticación en edad temprana se nos inculcan unos valores -al principio sólo son palabras para nombrar nuestros actos-  que debemos llevar a la práctica una vez son impuestos y sin entrenamiento previo. Atención, a partir de aquí empezamos a decir adiós al modelo instintivo. Bondad y verdad son de los primeros nombres que nos tatúan.
Yo fui una niña rebelde y me trajo muchos problemas. Como mujer de una época en sepia me tocó observar y callar mucho más de lo deseable, gracias a lo cual pude mirar la vida desde la barrera y me percaté de muchos fenómenos que sucedían a mi alrededor. Me di cuenta, fundamentalmente, de que no había coherencia, solo verdades consuetudinarias, incuestionables e inviolables. Por fortuna crecí junto a la costa, en un lugar atestado de turismo extranjero; y con mis dotes observantes pude sacar algunas conclusiones, como que no todo el mundo es o actúa como se nos decía entonces.  El mundo era mucho más que la España en Sepia que yo conocía. Afortunadamente, insisto.
 A medida que fue pasando el tiempo comprobé que los potenciales alcances de la bondad y la verdad estaban muy limitados. Pero, si quería sobrevivir, efectivamente, tenía que aprender a manejar ambos conceptos y sus contrarios, combinándolos con mucha precaución, con astucia.
Me di cuenta de que desde el más humilde rincón hasta las más altas esferas, excepto en las películas, solían triunfar los malosos, o los mentirosos, aunque fueran descubiertos muchas veces. Con este juego, lo que sucedía es que vivía siempre con cargo de conciencia, porque estaba a caballo entre dos formas de actuar, una teórica y otra práctica, y no resultaba fácil. Cuando estuve en posición de dirigir mi vida, decidí abandonar el juego, me alejé del mundanal y me recluí en un faro. Digamos que opté por intentar experimentar con la honestidad lo más en solitario posible -como los vicios- al menos conmigo misma y con los míos.
Así las cosas, como animales de costumbre que somos, a lo largo del tiempo me he ido dado cuenta de que poner en práctica este tipo de astucia origina hábitos que se extienden por otros muchos ámbitos de la vida, dejándonos instalados abiertamente en este sistema de contradicciones que ya parece estar elevándose al altar de lo propiamente humano.
Si se premia abiertamente la mentira, la verdad o la honestidad serán las grandes proscritas de nuestra civilización. Desde la nave imagino con horror el día en que ambas formarán parte de nuestro registro arqueológico, y serán exhibidas en un museo como ingenuas rarezas de nuestro primitivismo que dificultaban las posibilidades de supervivencia.


Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.

(José Saramago)

9 comentarios:

Ana Tapadas dijo...

Bem verdadeiro, comovente e com a inquietação pertinente que nos faz crescer como humanos.
Beijo

Que saudade dos teus posts!

Mateo Bellido dijo...

Saludos, Hipatia.
También uno mi recuedo al tuyo por el alma de Saramago. Pienso que él avalaría sin duda tus reflexiones.
La bondad la he reconocido en gentes con muchos años a cuestas, y la mentira la puedo reconocer en infantes incipientes, sin tiempo para haberla aprehendido...Tengo la suerte de ir conociendo en la escuela casi a tres generaciones...los que fueron mis compañeros de pupitre en color sepia, a sus hijos, que fueron alumnos y a sus nietos recientemente....y veo repetirse demasiadas coincidencias. Será que transmitimos las "verdades" y las "mentiras" ??? En fin, ingente trabajo la educación integral.
Un abrazo

isobel dijo...

ay mi niña, que tendrá esto de la curiosidad y replantearse las cosas, lo bueno es poder elegir y siempre podemos, otra cosa es que nos convenga. Hoy fotografié unas preciosas flores magentas a las que la luz transformaba en mágicas, me acorde de ti, sigue brillando, un abrazo

erato dijo...

Me encanta como piensas, Hipatía.Ser toda una superviviente de la España en sepia ya es un logro.En mi día a día observo lo terrible que le resulta a las personas oir las cosas como son, sin maquillajes.Esa ambivalencia y contínua contardicción de pienso una cosa pero hago otra, aparento ser bueno pero por detrás soy malvado etc etc dificulta muchas cosas en mi vida y me fabrico mis propios faros. Gracias por traer reflexiones tan interesantes por aquí. Tremendo abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

Hola Hipatia.

La mentira ha ganado. Y desde hace tiempo.
Todo es un decorado.
La honestidad y la bondad se están extinguiendo y no hay forma de evitar que eso suceda.
No quiero culpar a nadie porque en cierta manera todos somos culpables.
No sé si es inherente al ser humano, me temo que si, o el tipo de sociedad que hemos creado, probablemente las dos cosas.

Besos.

G dijo...

Contesto a los dos últimos textos a la vez, ya que los acabo de devorar de la misma forma (no saludo porque en el fondo nunca me he ido).

Desde que estoy estudiando en Madrid, quizá desde un poco antes, me he fijado en varias cosas que tienen que ver con eso:

1. Existe muchísima gente aquí, de mi misma generación, que están obsesionados con el éxito, ya sea material o social.

2. Si no eres como los demás, creen que no vales.

3. La inteligencia y el dinero están muy sobreestimados.

4. La mayoría de la gente es muy influenciable (yo me considero relativamente difícil de influenciar, pero a lo mejor es que no lo noto).

5. La gente es muy inflexible.

En general es bastante descorazonadora, la verdad, la falta de humanidad del ser humano.

Últimamente me parece que me he estancado mentalmente, quizá es Madrid, que distrae, quizá la carrera, o las circunstancias en general. Pero en verano sacudo la cabeza, me quito la suciedad mental, y estoy como nuevo.

Como dijo una buena escritora y pensadora, hasta huevo. Un beso a todos.

leo dijo...

Te leo y veo reflejado mi pensamiento. Y mi tristeza. Yo no termino de encontrar el equilibrio entre actuar con la honestidad que me hace sentir yo misma y conservar mi autoestima. Qué triste cuando uno se siente como un pringao, como un idiota, por ser valiente y defender los principios propios, por respetar unas normas básicas, por ser generoso y sacrificarse a veces por el bien común, o incluso por el bien del otro.
¿Cómo sobrevivir, pues?
Un abrazo.

Juan A. dijo...

Certera, como siempre, querida amiga Hipatia.

Besos.

La Rata Paleolítica dijo...

Parece que lo único que interesa ver en el espejo es el traje y como sienta, el ver la realidad queda completamente fuera, y si viene el más ligero ramalazo de intentarlo, se le pone un buena cantidad de gomina que lo aplaste.
Y esa probablemente es una de las principales razones de nuestra continua infelicidad.
Besos.

Jesús.