8 nov 2009

Mar



Después de una semana de temporal que no cesa, con rachas de viento huracanado y lloviendo granizos, imagino lo que nos espera. Antes de que se desatara la tempestad el Mar era toda una invitación, una trampa como la de la araña en su tela.
Nací, crecí y vivo junto al Mar; y pienso qué pasaría si algún día decidiese instalarme lejos de él. Su contemplación, cuando está sereno, infunde una emoción difícil de explicar.
Los humanos hemos abierto muchos negocios con el Mar, desde la supervivencia, el comercio, el deporte, la energía y la salud..., hasta la poesía. Y queda prendido en la memoria porque es nuestra cuna. A veces parece que respira sosegadamente, como un niño que lleva horas durmiendo, e inspira placidez. Otras veces se tiñe con colores prestados, tan inesperados y embriagadores que los sentidos hacen equilibrios entre la maravilla y la melancolía. Su nombre debería escribirse con mayúscula, como el del Sol, la Tierra o la Luna. Porque, pese a sus múltiples temperamentos, que dependen de su confinamiento, el Mar es uno.
Desde hace días está bravo. Parece que suplica y grita, y que ruge ya desesperado por los azotes de un viento despiadado e incontenible. El Mar emprende su venganza precipitándose contra el acantilado, haciéndose estallar en mil pedazos blancos que vuelan en anarquía mecidos también por el mismo viento. En su retirada lo veo sangrar entre las grietas de las rocas, arrastrando lo que queda de sí mismo para recuperar lo que considera suyo. ¡A cuántas aventuras incita! Y cuántas ausencias lava, para luego depositarlas limpias en la orilla como un regalo de humildad.

Fotografía: Jon Kepa

10 comentarios:

Juan Navarro dijo...

Recuerdo una escena, repetida muchas veces durante un período de mi vida, al atardecer, sentado sobre las rocas, mirando hacia el mar que se extendía hacia un este infinito, el rumor del agua, su mano líquida avanzando y retrocediendo sobre la espalda de la tierra,... hasta que el agua llegaba a mis pies y los sumergía. Nunca conseguí tener una respuesta y, sin embargo, siempre tuve la sensación de que el mar me hablaba y de que, al día siguiente, sabía algo que no sabía el día anterior.
Un beso.

Ana Tapadas dijo...

Hipatia.
É como se estivera presente. Para mim, criatura da planície, o mar é esse rumor distante que traz poemas e tragédias...e velhas sereias perigosas.
Beijinho

leo dijo...

Yo soy de tierra adentro y, sin embargo, añoro el mar. No entiendo muy bien la razón, pero alguna vez conseguiré vivir en algún sitio cerca de él.
Impresionante la fotografía.
Buen comienzo de semana.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Preciosa entrada, sin más, una maravilla.

Resulta curioso que mire de igual manera al Mar naciendo como lo hice en el interior y viéndolo poco.

Durante mis vacaciones, como siguiendo un ritual hermético, lo primero que hacía al despertarme era ir a verlo.

Un abrazo.

MARU dijo...

El mar es un mundo en si mismo.
No necesita aditivos, calificativos, ni marco.
Posee cualidades, vida, espacio, movimiento, embrujo, magnetismo, secretos, sonidos...
La vida en movimiento.
Un besito

Scar dijo...

hello!!
yo tambien vivo junto a él...
yo lo adoro durante el invierno, parece sereno e inofensivo, aunque helado...
Durante el verano no es que me acerque mucho a la playa, está lleno de turistas que no soporto...
Aunque en el fondo, siempre he preferido la montanya, llena de rios y arboles(rios superheladillos y arboles repletos de estridentes pajaritos que no dejan dormir por la mañana).
Aunque tengo una cosa muy clara si me alejas del mar no logro orientarme, tardo muchisimo mas.
La naturaleza en si es un regalo repleto de magia y aventuras.

La Rata Paleolítica dijo...

Soy de tierra adentro pero he vivido mucho tiempo al lado del Mar. Me encanta viajar en barco, y que el viaje dure varios d'ias. Los cruceros de placer no me atraen en absoluto. Un carguero, un barco de pasaje, que sea lento y que huela a barco. Pasar horas paseando puertos, playas, acantilados, Mar tranquilo, Mar bravo... Oir a la noche la bocina del faro los d'ias de niebla ;o), sentir el golpe de las olas contra el acantilado...
sí, debiera ser Mar.

Jesús.

erato dijo...

A mi me gusta llamarla en femenino: La mar, pero eso es lo de menos. Lo de más, es que me produce sensacviones tan intensas que me cuesta materializarlo en palabras.Vivir junto a él y casi en él tiene que dotar de unas cualidades igual de intensas.Afortunada me pareces, farera.Tremenda foto y tremendo abrazo marino para ti.

Scar dijo...

Ahora releiendo tu entrada recuerdo una de las cosas mas bonitas para mi.
Me encantan las tormentas, pero sobretodo cuando paseas por la playa de noche y ves rayos que empiezan a caer en elgún lado, aunque el mar todavia esta sereno, tu sabes que en poco tiempo llegará hasta aqui.
No se a mi me resulta pecioso... momentos de la vida.
Por cierto! Yo no soy tan mala malisima, solo un poco borde y a veces con ataques de furia asesina pero..¡Bah! no pasa nada por querer matar a nadie!! Jejeje
Besuus!

Mateo Bellido dijo...

Hola, Hipatia. Me gustó mucho el comentario que me hiciste, gracias.
Hermosura de texto. El mar es tan bello que sólo los poetas tienen la una idea de ello.
Desde aquí vislumbro el mar, a lo lejos; pero lo echo de menos, porque siempre me atrajo.
Sin duda, el mar es una fuente inagotable de sueños. A él van a parar amores y desamores, y todos tienen cabida en él. Quizás por eso nos inspira tanto.
Un abrazo.