¿Me miras incrédula, tú, Poesía?
Caos.
Qué palabra, caos; y qué idea. La utizamos tan amenudo... ¡Hasta en el arte! La aplicamos a todo lo que implique representar desorden o desconcierto. Pero, lo cierto, es que dentro del caos se puede hablar de orden. Qué curioso, ¿no?
Como no puedo parar de pensar -como todo el mundo, claro- un día me dije que, ya que la utilizo y la oigo tanto, por qué me iba a limitar a usarla sin más y sin conocer algo más concreto sobre ella. De modo que empecé a buscar. Entre los libros que tengo en

Puesto que el Caos encuentra aplicaciones muy humanas, pensé que dónde mejor para buscar, que en un libro de filosofía. Y, en efecto; ahí encontré algo al alcance de mis entendederas.
Resulta que, no hace demasiado tiempo, en 1961, un meteorólogo llamado Edward Lorentz se encontraba estudiando el desarrollo del tiempo y los vientos. Para ello utilizaba un ordenador en el que iba introduciendo valores. Con el fin de simplificar los cálculos, a la cifra 0.506127 le suprimió los tres últimos decimales y dejó que la máquina trabajase. Al cabo de una hora comprobó que esta insignificante variación había provocado un resultado totalmente inesperado.
El buen meteorólogo concluyó que pequeñas variaciones métricas tienen repercusiones enormes en el resultado final de un proceso; hasta tal punto, que el proceso resulta impredecible.
Por pura casualidad había descubierto los Sistemas Caóticos, los presididos por el Efecto Mariposa.
Esto del Efecto Mariposa, ¡me encanta! Hasta hay una película que se apoya en este concepto para desarrollar su argumento.
Hay que mencionar a Newton, porque ya se había dado cuenta de la existencia de los procesos caóticos en las interacciones gravitatorios; pero ésa es otra historia.
Mariposas.
He oído que un beso produce un efecto en el estómago: vuelo de mariposas.
La conclusión es:
- que la predicción solo puede llevarse a cabo en términos probabilísticos. ¡Vaya chasco para los magos del tiempo!
-y que el carácter determinista de un proceso no garantiza su predictibilidad. ¿Quebradero de cabeza para filósofos?
Poetas.
¿Cómo? ¿Improviso? Pero… ¡Si yo no soy poetisa!

Un techo de nubes avanza,
en rota formación
de cuerpos lenticulares
con reflejos de plata,
sobre lienzo perlado
y pinceladas, aquí o allá,
de hebras y torundas en gris oscuro:
un cielo Caótico,
el cielo de otoño,
cargado de tintas
y hambriento de invierno.
Refranero

Por un clavo se perdió una herradura;
por una herradura, un caballo;
por un caballo, un caballero;
por un caballero una batalla;
y por una batalla, un reino.
¡Cómo es el Caos! ¿Eh? Mete la cuchara en todas partes... Cosas de la Naturaleza: sus truquitos.
Chao, chao.
(Imágenes Google)