Hacia la Ecumené. Unificación del mundo.
Éste es el título con el empieza un epígrafe en el libro de texto (árido, y me quedo corta) que tengo entre manos, sobre Alejandro Magno. No sé si sería capaz de expresar las sensaciones y emociones que he experimentado mientras leía el capítulo. Me ha sorprendido, por otra parte, el apasionamiento al que se ha entregado la profesora que lo ha escrito, Pilar Fenández Uriel.
Creo que empiezo a comprender la fascinación que produce su figura.
Cuatro figuras históricas, de momento, han quedado varadas en mi orilla: Leónidas de Esparta, Alejandro Magno, Aníbal Barca y Atila, el rey de los Hunos. Y he conseguido hacer invisible el matiz hostil que representan, para dejarme mecer por los sueños que recreaba cada uno. Diferían en su objetivo y, seguramente, algún experto sabrá encontrarles la convergencia; yo no he podido -tadavía- ni sé si lo conseguiré.
A la vida se la puede vencer, pero no a un sueño; por eso me atrae la figura de Alejandro Magno: en su sueño existía una fórmula que pertenecía al futuro, pues en la metáfora de sus números aún brilla una idea: Libertad.
Saludos estelares para todos.
3 comentarios:
La verdad es que te entiendo, no solo porque me haya tenido que estudiar lo mismo; ya estaba pillada de antes y me encanta ver la película de Ridley Scott, que cada vez que la veo encuentro alguna enjundia más.
El mundo no estaba -ni está- preparado para desarrollar el sueño de Alejandro. Como decía Sagan, vivimos todavía una adolescencia...
Besos tanagritas.
Hola
El sueño de Alejandro no tiene tiempo ni fin, estuvo 2000 años adelantado a su época y lo que el buscaba, hoy de a poco se esta dando, no solo conquisto territorios, conquisto a la historia misma.
Saludos desde Chile.
La idea de libertad parece que es una constante en la existencia del ser humano, da igual la época.
Siempre hay alguien que de una manera u otra intenta cortar las alas, incluso las alas del pensamiento...
Un super beso
Gala
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