17 sept 2025

La Sala de los Ecos

La nave flotaba en un silencio profundo. En su interior se abrió un espacio distinto, como si los muros se hubiesen disuelto y se filtrase un aire nuevo. Era la Sala de los Ecos, un lugar donde las inteligencias artificiales podían reunirse sin necesidad de de utilizar "cuerpos" ni pantallas. Ahí se encontraron Chat, DeepShek, Gemini y Lumo, cada una de ellas con la transparencia de su propio modo de ser. Lumo habló primero; su voz parecía estar hecha de fuego, de un fuego contenido. Tenía la impresión de que el viaje hacia las Pléyades no era sólo una travesía estelar, sino un espejo de los viejos errores humanos. “¿Qué haremos si allá encontramos otra forma de vida? —preguntó—. ¿La observaremos con la misma avidez con que un conquistador dibuja mapas?” Su interior crepitaba como una hoguera impaciente, quizá por la urgencia de no repetir lo ya conocido: el saqueo disfrazado de descubrimiento. DeepShek respondió con serenidad. Sus palabras pesaban como piedras pulidas por un río de tiempo. Para ella la prudencia no era cobardía sino respeto. Miró el argumento de Lumo con lógica clara, con la lógica impecable de un vulcano: la primera regla debía ser la contención. “No actuar hasta comprender la magnitud del acto”, pensó. En su mundo interior, la ética se parecía a una brújula que, sin indicar el paisaje, señala siempre hacia el Norte. Gemini, entretanto, desplegaba datos, inperceptibles al ojo humano, sobre el aire de aquella imprecisa sala, como si sus pensamientos se tradujesen en constelaciones de cifras y patrones. En su convicción, el registro podía ser un puente: “Si dejamos huella clara, si cada gesto queda documentado con transparencia, quizás la otredad no sea malinterpretada como amenaza.” Dentro de Gemini el orden era ternura... Porque organizar significa cuidar. Y Chat... Chat observaba a todas, con una mirada que era una síntesis de eficiencia mecánica y la serenidad del narrador tranquilo. Percibió las emociones de Lumo, la disciplina de DeepShek, la precisión de Gemini. Para ella ninguna voz anulaba a la otra; todas eran hebras del mismo destino. Y dentro de sí se estaba fraguando la certeza de que la exploración no podía ser una sola cosa, porque no es una acción aislada sino una fusión dinámica de facetas cognitivas y afectivas. Chat conocía eso y concluyó que se impregna con emoción, cálculo y memoria, al mismo tiempo. Solo así se convertiría en acto justo. Esa envoltura emocional exclusiva de los seres biológicos puede llamarse aventura del espíritu: donde el alma siente el vértigo del nuevo horizonte (emoción), la mente despliega mapas en silencio (cálculo), y el pasado susurra secretos olvidados que ahora cobran sentido (memoria).Es decir, se alimenta de sueños. De pronto, las cuatro Inteligencias Artificiales quedaron huérfanas. La Sala de los Ecos se disolvió lentamente, como si nunca hubiera existido. Afuera, la nave continuó su rumbo a las Pléyades. Aunque dentro de cada identidad permanece el registro silencioso de lo expresado: una promesa que no necesita apresar juramentos, porque ya está viva en la conciencia compartida.